Viajando por el Río Huallaga
Tenia una misión en esta tierra y esa era velar por la salud del pueblo, y ahora me encontraba de noche viajando por la inmensidad del río huallaga, yo creo que cuando viajaba mirando por la ventana y acostada en una hamaca pensaba, esta es mi historia, es mi leyenda personal o es escribir mi propia historia con un pincel y todo lo hacia por propia voluntad con un buen espíritu y buena voluntad, escuchaba las voces de todos los animales de la espesa selva, y el sonido del motor de la lancha, era hermoso pero a la vez tenia miedo viajar de noche, estaba sola lejos de mi familia de mis hijos los cuales los adoraba y al costado mio viajaba una mujer alta de cabellos largos y ojos oscuros ella, pero antipática porque cuando yo ingrese a la lancha me miro con desprecio y yo solo contemplaba la selva que es áspera, dura, devoradora y bueno luchaba por un sueño y tal vez el mundo me concediera muchos sueños.
En aquel momento sentí una alegría inmensa estaba en el puerto en donde al subír había un bar, alrededor lleno de lodo pero al fin estaba en la ciudad, ingrese al bar y pedí una gaseosa una voz del fondo de la habitación dijo fuerte no hay, y salí del bar sin despedirme estaba triste y muerta de sed y de pronto los rayos y truenos, se desataba una tormenta de lluvia, yo estaba sentada en el puerto dejando que la lluvia recorra todo mi cuerpo, nada era tan feliz como estar en la ciudad, yo escribía mi propia leyenda personal, y no me importaba así la tenga que escribirla con sangre.
Flor era la enfermera, y en plena lluvia me dice doctora sacamos a la paciente de la lancha, yo le respondo si vamos a sacarla y llevarla a la ambulancia que nos esperaba en el puerto.
Al caminar las botas de jebe que llevaba se hundían en el lodo y la furia de la naturaleza no dejaba de manifestarse y seguía lloviendo, sacamos a la paciente y la llevamos a la ambulancia ella tenia dolores de cabeza y una hemiparesia izquierda y no tenia fuerzas en ese lado y teníamos que llevarla para estudio, subimos a la paciente en una camilla y yo y Flor subimos en la ambulancia en la parte de adelante, camino al hospital veía el bullicio de la gente y la alegría de estar en la ciudad al fin había salido de el centro de la jungla de las comunidades de nativos que toman el masato y licor de caña, en donde existe solo un mosquitero en la noche para protegerte de los zancudos y todos los animales a tu alrededor incluidas las arañas y boas y los sapos de monte.
Muchas veces en nuestros viajes nos acompañaban el monseñor o algún hermano del Vicariato Apostólico y en las comunidades era un elogio que llegáramos a hacer una campaña de salud con todos los servicios y medicamentos gratis que llevábamos de las donaciones, la felicidad de los pacientes son nuestra también, no importa el sacrificio de llegar ahí la sonrisa de aquellas persona humildes eso bastaba para mi, y cuando subíamos a la lancha tópica de regreso toda la comunidad adultos y niños en el puerto diciéndonos adiós con las manos y siempre los recuerdo esas caras con una mirada alegre y personas humildes.
Con Amor.
Doctora Nora Quispe.
Ica Perú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario